Bután no es ningún sitio ordinario. Es un reino del Himalaya con una reputación de misterio y magia, donde la cultura budista tradicional abraza cuidadosamente el desarrollo global.
Nada de turismo, solo viajeros
Los butaneses se enorgullecen del enfoque sostenible del turismo en línea con la filosofía de la Felicidad Nacional Bruta. Aún así, vamos a empezar reventando un mito: No hay límite de visas de turista. Los visitantes pagan famosamente un arancel mínimo de 250 dolares por día, lo que convierte a Buthan en uno de los destinos más caros del mundo.
Sin embargo en esta tasa es todo incluido; alojamiento, comida, transporte y un guía oficial. Esto no significa que tengas que viajar en un grupo grande, sino que puedes organizar tu propio itinerario.
Sorprendente Bután
Bután está lleno de sorpresas. Este es un país donde el arroz es de color rojo y dónde los chiles no son sólo un condimento. Una tierra profundamente budista dónde los monasterios el pan nuestro de cada día, y donde los penes de protección gigantes aparecen pintados al lado de la entrada de muchas casas.
Si bien mantiene visiblemente las tradiciones budistas, Bután no es un museo. Encontrarás butaneses bien educados, divertidos y vibrantes.
Regalo de Bután
Al visitar Bután, te convertirás en uno de los pocos en experimentar el encanto natural del primer país donde la felicidad nacional bruta se considera más importante que el producto nacional bruto. Por ley, al menos el 60% del país debe permanecer boscoso para todas las generaciones futuras.
Vas a experimentar las maravillas naturales de Bután de primera mano cuando visites los asombroso puertos de montaña, resplandecientes con la flor de rododendro en primavera. Mamíferos y aves, y joyas botánicas únicas están protegidos en los varios parques nacionales, y una caminata de montaña es una de las mejores maneras de experimentar el Himalaya.
Un lúgar único
En primer lugar está el asombroso paisaje del Himalaya, los picos nevados que se elevan por encima como gargantas sombrías envueltas en bosques primitivos. Colgados de estos los dzongs y los monasterios como majestuosas fotalezas.
Esta arquitectura única encarna la cultura budista y establece la escena para los espectaculares tsechus szene (festivales de danza). Luego están los concursos textiles y artesanías, tiro con arco, trekking senderos de gran altitud, y una flora y fauna impresionantes.
Es la oportunidad de explorar este rincón relativamente intacto del Himalaya. ¿No os parece? Si os gustan los lugares inexplorados, no os podéis perder Ha Son Doong la cueva más grande del mundo en Vietnam, una joya para los viajeros.
Imagen: Pierre Le Bigot, Roberto Saltori y Marina & Enrique vía Flickr