¿Te fascinan las prácticas fúnebres de otras culturas? Desde hace mil años, los miembros de una tribu de Sagada, en Filipinas, colocan a sus difuntos en ataúdes de madera que cuelgan en acantilados. Aunque esta tradición aún se practica, no se realiza con la misma frecuencia que en el pasado. ¿Te gustaría saber más de esta lúgubre costumbre?
La tradición
Según la cultura del lugar, la altitud de sus sepulcros ayuda a los difuntos a alcanzar más rápidamente la paz espiritual y a llegar al cielo. Otra hipótesis que explica esta práctica es que, antiguamente, existían muchos asesinos despiadados que utilizaban las cabezas de sus víctimas como premio y, al colgar los ataúdes, se les dificultaba llevarse su trofeo.
Según otras explicaciones, se hace para evitar que los restos sean destrozados por animales carroñeros, y para impedir que los féretros se llenen de agua durante la época de lluvias. Sea cuál sea el motivo, lo cierto es que tras esta costumbre hay un afán de espiritualidad muy grande puesto que, por ejemplo, los cuerpos deben ser colocados dentro de las cajas en posición fetal, ya que se irán de este mundo tal y como llegaron.
Todo esto ocurre en el Valle del Eco, llamado así por la acústica que se genera por la estructura natural del lugar. Muchos cuerpos con siglos de antigüedad cuelgan de los precipicios y acantilados de este valle, dotándolo de misticismo y valor cultural y turístico incalculable.
¿Cómo llegar al Valle del Eco?
Para llegar a este exótico lugar uno debe realizar un viaje de cinco horas desde la ciudad de Banaue. La excursión no es excesivamente larga, pero se requiere de una buena condición física, pues para llegar debemos escalar y realizar ejercicio extenuante. Es importante no ir solo ya que un accidente podría ser catastrófico: viaja siempre con guía y carga con zapatos deportivos, agua y ropa para excursión.
Al llegar a tu destino encontrarás la escalofriante vista: más de 200 ataúdes colgantes por más de 500 años. Esta es una experiencia contarás y recordarás por el resto de tu vida.
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Imágenes: Storm Crypt, Gino Mempin, Ken Marshall