Si no has leído Historia de un viaje a Chefchaouen – Parte I, ¡aquí la tienes! Si ya lo has hecho, ¡bienvenido de nuevo! Sigamos descubriendo esta mágica ciudad juntos. ¿Me acompañas?

El Dar El Río en Chefchaouen

Chefchaouen

Pues bien, mi llegada al Dar del Río había sido frenética. Apenas me había dado tiempo para llegar y poco más. Fue por eso que me impactó hasta un punto casi insoportable el hecho de descubrir su bella terraza en la azotea. He de reconocer que me sorprendió que me cobraran 200 dirhams, ya que me esperaba algo más caro, pero me sorprendió aún más cuando me ofrecieron una habitación privada maravillosa al mismo precio.

Chefchaouen

Se trataba de una suite y, normalmente, tendría un precio por persona de 370 dh (37 euros) pero, según me dijeron, no había nadie el Dar y no tenía sentido que, si prefería estar sola, me quedara en la habitación normal. Pues bien, así es la gente en Chefchaoun. O como bien me dijo el joven jefe de este hotel; «en Chaouen lo que das se te devuelve por triplicado; lo bueno y lo malo«.

Un Chefchaouen que no aparece en las guías de turismo

Chefchaouen

En otro momento, te prometo que escribiré acerca de los lugares indispensables que visitar en Chefchaouen, pero ahora te quiero hablar de algo muy diferente; del verdadero Chefchaouen. Y es que más allá de la medina, esta es una población de más de 30.000 habitantes, de más de treinta mil almas que deben vivir en algún lugar.

Chefchaouen

Pues bien, conocí algunos de los lugares «no interesantes» y me quedé ensimismada con sus restaurantes tan auténticos, las gentes pintorescas y heterogéneas. Nunca me imaginé que pudiera haber tantas personas diferentes en un pueblo que no llega a los cincuenta mil habitantes. Pero las había.

Chefchaouen

Esa tarde la pasé en el río escuchando a turistas y residentes reir y hablar, a los niños correr y mirarme – en Marruecos las personas miran muy fíjamente e intimida tanto como fascina.

Hay pocas cosas que me impacten a ese nivel subcutáneo, étereo, sin sentido ni dirección, pero cuando abandoné Chaouen sé que algo se quedó allí, algo que tendré que volver y recuperar. Puede que nunca regrese, y en ese caso parte de mi corazón siempre permanecerá en este pueblo marroquí del color del cielo.

Eso sí, el viaje nunca termina. ¿Nos has acompañado ya en nuestro viaje por Tánger? ¡Disfruta, viajero feliz!