Aterrizas en el aeropuerto de Tánger y sientes como si te empujaran, como si te escupieran en un entorno hostil. Y es que nada más entrar en la terminal tienes que esperar casi media hora para que te sellen el pasaporte. Mientras espero, ya hay algún avispado que se hace eco de lo que aparece en todas las páginas web de viajeros acerca de los medios de transporte desde el aeropuerto a la ciudad de Tánger: compartir un taxi. De hecho, acceder desde el aeropuerto de Tánger a Tánger es todo un arte. ¡Pero por suerte estoy aquí para guiarte!
De cómo compartí un taxi desde el aeropuerto de Tánger al Hotel Continental
Aunque no te lo había contado antes, viajaba sola. Por eso, cuando una argentina y un madrileño me dijeron de compartir taxi, no me lo pensé dos veces. Primero, cambiamos moneda en el propio aeropuerto. La oficina de cambio de moneda del aeropuerto no da malos cambios, aunque son mejores las oficinas que hay en el puerto de Tánger. Después de cambiar 50 euros por 510 dirhams (1 €=10 dh) subimos al gran taxi que está a la salida, que tuvo un precio de 150 dirhams para los tres (5 € por persona) pero, a la vuelta, nos costó a tres personas 100 dirhams, por lo que… ¡aprended a regatear!
Es común que los propios taxistas se abalancen sobre ti y, si no estás acostumbrada, te «la dan con queso». No te lleves una mala impresión por esto. Solo será al principio. Cuando le cojas el truco no querrás dejar de regatear.
De cómo improvisé y me alojé en un hotel maravilloso
Dicen que en los viajes se conoce a mucha gente y yo doy fe de ello, aunque, si te confieso la verdad, pensé que en esta historia de un viaje por Tánger me encontraría más sola de lo habitual. Y es que por algo me había traído dos libros al viaje (La mano izquierda de la oscuridad de Ursula K.Leguin y Diarios de Carlos Calvo). Poco me duró el retiro, ya que en el tiempo que el taxi tardó en llegar del aeropuerto a Tánger, unos 30 minutos, intimamos lo suficiente como para cancelar mi reserva en el hotel Rembrandt e ir a probar suerte a Dar Jemaal.
De cómo me enamoré del Dar Jemaal
«Dar» es el nombre de las casas típicas de Marruecos reconvertidas en hoteles. Mantienen todo su encanto, pero con el romántico aliciente de que están creadas por y para el viajero que no se conforma con los clásicos hoteles de turistas. Nos costó encontrarlo, ya que el taxi nos había dejado en el hotel Continental, que es el punto de salida y de llegada habitual para los viajeros que quieren ir en taxi desde el aeropuerto a Tánger.
El Dar le costaba a la chica argentina unos 37 euros. Lo cierto es que era bastante caro para los precios que se barajan en Tánger. De hecho, por ese precio me quedé a dormir en el hotel Continental la última noche, el más mítico de la ciudad. Finalmente, nos dejó la misma habitación por 15 euros a cada una. Era una habitación increíble con dos camas enormes con dosel y todas las comodidades. El edificio era una maravilla y aunque fue una dinámica común en todo mi viaje eso de estar alojada en lugares increíbles a buen precio, en este caso el impacto fue mucho mayor. Por cierto, es costumbre en Marruecos que te reciban con un té de cortesía.
De cómo viví la bohemia noche en la Medina de Tánger
Mi nueva compañera de viaje me había hecho partícipe de su temor a las noches marroquíes, de que tenía miedo por su seguridad. Pues bien, la mejor manera de quitar el temor irracional es paseando por el Grand Zoco y por el Petit Zoco, aunque si no quieres que te estén vendiendo algo a cada cinco pasos, no te pares demasiado. Los hombres en esta ciudad tan turística suelen estar demasiado atentos, pero no pasa de ahí. Descubrir cada rincón de la ciudad de los escritores se convertirá en tu única labor durante el tiempo que disfrutes de Tánger.
Recuerdo perfectamente cómo habíamos estado buscando el cine Alcázar durante horas. Paseamos una y otra vez por las mismas callejuelas hasta que, completamente exhaustas, nos sentamos en una terraza. Es habitual que, fuera de la avenida Mohammed VI, no encuentres ninguna cafetería en la que veas a mujeres y hombres juntos.
Nos atendió un amable camarero muy simpático que nos habló en francés. Le pedimos dos tés de menta, el clásico tei.
No recuerdo el nombre del bar pero cuando vayas a este teatro recuerda que una loca cántabra estuvo sentada frente al teatro en ruinas, observando ensimismada el ritmo de la ciudad de Tánger, un ritmo frenético que aprendes a seguir a los tres o cuatro días. ¡No te desanimes!
De cómo comimos nuestro primer tajín en un puesto de la Medina
Me habían advertido de que no bebiera agua que no estuviera embotellada o que no comprara comida de los puestos de la calle. Siento comunicarte que no cumplí ninguno de los dos preceptos, ¡y no me pasó nada! Obviamente, no tomé agua del grifo en grandes cantidades durante los primeros días pero, al menos, en Chefchaouen la calidad de sus riachuelos y manantiales no tenía comparación con nada que hubiera visto antes.
Si eres de los que no suelen gustar de una gastronomía picante y con especias, es muy probable que tengas problemas estomacales durante tu viaje pero, particularmente, no noté mucha diferencia entre mi alimentación habitual y lo que probé, ni siquiera cuando fui a algún que otro restaurante de los suburbios de Chefchaouen.
Después de una visita muy especial a la Medina, nos fuimos a dormir temprano. Nos despertamos temprano para desayunar. El horario en Marruecos es similar al europeo, por lo que los desayunos se sirven de 8 a 10 de la mañana en casi todos los hoteles. Lo tomamos en la terraza de la azotea del Dar (es muy habitual encontrarse con terrazas descubiertas en los Riad, así como en los principales hoteles y en algunos restaurantes para turistas). Lo tomamos con queso de cabra, pan de pita y diversas mermeladas del lugar. También había té, café, fruta, yogures… etc. Sin duda, fue un desayuno muy interesante para una jornada que se perfilaba intensa.
Yo tenía la idea de ir a Chefchaouen y la chica argentina a Marrakech, aunque lo cierto es que, finalmente, me apunté a su plan durante un par de días y terminé por vivir un viaje impresionante en Marrakech. ¡Conoce cómo sigue mi historia de un viaje a Marrakech y no dejes nunca de soñar con nuevos destinos! ¡Disfruta, viajero feliz!
Imágenes: Alex Bayorti ,