En lo alto de un risco, dominando el Danubio, se levanta majestuosa la Abadía de Melk. Es, quizá, el más hermoso ejemplo del Barroco austriaco, un maravilloso edificio construido a principios del siglo XVIII. Pero la presencia de la orden benedictina es mucho anterior, se remonta al siglo XI cuando Leopoldo II cedió un antiguo castillo a los monjes.

Magnífica por fuera y también por dentro, esta abadía encierra increíbles tesoros ¿Quieres conocerlos? Comenzamos.

1. Una biblioteca única

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Viendo este maravilloso lugar no extraña que sirviera de inspiración a Umberto Eco para El nombre de la rosa, de hecho bautizó a uno de sus protagonistas con el nombre de Adso de Melk. La abadía es famosa desde hace siglos por su riqueza bibliográfica. Hoy su biblioteca, guarda más de 85.000 volúmenes y centenares de manuscritos de incalculable valor.

Pero si la colección es magnífica no lo son menos las estancias que la acogen. Su sala principal es digna de admiración, no solo por la sabiduría que encierran los libros de sus estanterías, sino por los magníficos frescos que adornan el techo.

2. El corazón de la abadía, su iglesia

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Es sencillamente, majestuosa. Un templo espléndidamente decorado con hermosas esculturas doradas y columnas de mármol, fantásticos frescos en el techo y un altar mayor obra de Beduzzi bellamente ornamentado. Toda la magnificencia, la  elegancia exagerada y la recargada estética del Barroco en una iglesia que deja sin respiración nada más poner un pie en su interior.

3. Una escalera maravillosa

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Es una de las escaleras más bellas y famosas del mundo ¿Adivinas la razón? Puedes subir y bajar mil veces, asomarte por ella en cada peldaño y no te cansarás de admirarla. Esta maravillosa de caracol escalera fue diseñada por el arquitecto Jakob Prandtaauer y lleva directamente a la biblioteca y a la Sala del Emperador.

4. El magnífico Salón de Mármol

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La abadía está llena de maravillosas estancias, una de las más hermosas Salón de Mármol. Un exquisito rincón que destaca por sus pilares cubiertos de mármol rojo y las pinturas del techo. Una sala nada sencilla que en tiempos sirvió de comedor y sala de fiesta para emperadores y distinguidos invitados.

5. Un pequeño museo

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Con una historia milenaria no es de extrañar que la abadía haya ido atesorando numerosos objetos de gran valor. El Museo Sacro muestra diferentes objetos religiosos como tallas, sagrarios o retablos, pero también piezas que recuerdan el papel de la abadía en la historia del imperio Germánico y maquetas de la trasformación del edificio durante sus siglos de historia.

Maravillosa e impresionante, la abadía aún encierra otros fantásticos rincones, como los jardines o una magnífica terraza que ofrece unas hermosas vistas de la zona.

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Imágenes: Effi Schweizer, Daniel StockmanEmgonzalezpixelcheckerWalter Hochauer