Vigo es una de las ciudades más importantes de Galicia, con un puerto pesquero que se sitúa entre los más grandes del mundo (en 2017 registró un movimiento de más de 875.000 toneladas). Referente de la movida de los 80, Vigo ofrece al visitante la combinación perfecta entre gastronomía, ocio e historia… y como olvidarnos del Dinoseto. Os dejamos con una selección de propuestas para que podáis disfrutar al máximo con vuestra visita en compañía de El Viajero Feliz.
Qué ver en Vigo – Historia, ocio y gastronomía
O Castro
Qué mejor lugar para empezar a descubrir todo lo que nos tiene que ofrecer esta ciudad que en uno de los primeros asentamientos de sus habitantes. Según los yacimientos arqueológicos encontrados en la zona, aquí se establecieron las primeras comunidades durante los siglos II y III a.C. Desde este pequeño monte, repleto de vegetación, es posible contemplar una de las vistas más bellas de la ciudad y su costa. Además, existe un bar-terraza en su parte más alta donde recuperarse del ascenso disfrutando de un refrigerio.
Casco Vello
La zona vieja de Vigo, su barrio histórico, supone una ruptura con el tono industrial de la ciudad. Después de un proceso de rehabilitación, que todavía continúa, esta zona ha emergido como una de las más activas e interesantes de la urbe. Sus intrincadas calles de piedra invitan a perderse y disfrutar de la actividad comercial y gastronómica de la zona. Piérdete por la calle de la Palma, pasea por la calle Real y dedica un rato a disfrutar de la Colegiata de Santa María, la Concatedral de Vigo. Para deleitarte el paladar, siéntate en alguna de las terrazas de la Plaza de la Constitución, y prueba las famosas ostras de A Pedra o de la Praza da Pescadería.
Barrio de Bouzas
Si seguimos el paseo que acompaña a la zona portuaria, llegamos a una de las zonas más auténticas de la ciudad. Bouzas es conocido por su mercado, pero también por ser uno de los espacios preferidos por los vigueses para disfrutar de las mañanas del fin de semana. A esto se suma su playa y un paseo marítimo desde el que contemplar otra de las vistas imprescindibles de la ciudad. Y, como no podía ser de otro modo, también concentra numerosos restaurantes donde disfrutar de las bondades de la cocina local, que se basa en el máximo respeto en la preparación de un producto ya de por sí exquisito. Y si el sol aprieta, siempre se puede esquivar sus rayos a la sombra de su alameda.
El Olivo de Vigo
Si Vigo recibe el sobrenombre de Ciudad Olívica, lo hace en parte gracias a este olivo de la especie Olea Europaea. Se encuentra en el Paseo de Alfonso XII, y es el testigo del día a día de los vigueses desde la autoridad que le conceden sus más de 200 años. Figura en el escudo de la ciudad y sirve como recuerdo de una época en la que el sur de Galicia era un espacio de producción aceitera. La decisión de los Reyes Católicos de favorecer estos cultivos en otras regiones de España privó de este cultivo a los gallegos.
A Toxa
Aunque a cierta distancia de Vigo, merece la pena buscar un transporte para acercarse a A Toxa por varios motivos: en primer lugar, dispone de uno de los balnearios de agua mineromedicinal más populares de Europa, situado en el Gran Hotel La Toja (fue elegido como sede de una de las reuniones del Club Bilberberg en 1989); en segundo, su casino es uno de los más bellos y conocidos de la península y ha sabido adaptar su oferta a las nuevas tendencias que introducen los casinos online, con una especial presencia del póker.
Islas Cíes
Y cualquier visita veraniega a Vigo no estará completa si no se pisa este paraíso situado en el Parque Natural das Illas Atlánticas. Las Cíes son consideradas como uno de los lugares más bonitos del país (los romanos las bautizaron como Islas de los dioses). El archipiélago está compuesto por tres islas, Monte Agudo, O Faro y San Martiño. El arenal que une las dos primeras, la playa de Rodas, recibió el título de mejor playa del mundo de mano del prestigioso periódico El País. Aguas limpias y cristalinas (aunque muy frías) y un entorno natural ideal para dar largos paseos contemplando la riqueza medioambiental de la zona la convierten en uno de los imprescindibles del verano vigués. Existe una limitación de plazas para acceder a ellas, así que acuérdate de reservar tu billete (y tu estancia, si decides disfrutar del camping). Sin duda, un lugar que no te puedes perder.