En México, entre las localidades de Mazatlán y Durango, se encuentra una de las carreteras más famosas del país. Y su popularidad se encuentra ni más ni menos en su peligrosidad, en sus curvas al borde de acantilados a más de 2.000 metros de altura. Una carretera que todo aventurero debe probar, aunque eso sí, con cuidado.
Al este de Sierra Madre, la cordillera más importante de México, hay dos pueblos unidos por una carretera realmente impresionante. Solo su nombre ya impresiona y nos puede hacer una idea de lo que vamos a encontrar si subimos por ella en coche o en bicicleta. Y eso que su nombre no tiene que ver con su peligrosidad, sino con la forma de esta parte de la cordillera. Se dice que cuando Dios expulsó a Lucifer del cielo cayó aquí, y su columna fue la que formó esta escarpada montaña de la Sierra Madre.
Pues bien, el tramo que pasa el Espinazo del Diablo, de unos 10 kilómetros, está repleto de increíbles curvas al borde de enormes acantilados, donde a más de uno seguro que le tiemblan las piernas al pasar. Y eso que ahora se ha arreglado y su buen estado hace que sea menos peligroso que antes atravesarlo.
Víctimas mortales
Aunque lo verdaderamente triste es que se sigan produciendo víctimas mortales a pesar del cuidado de las autoridades, ya que, aparte de arreglar el asfalto, han señalizado todo el recorrido para evitar que la gente tome riesgos innecesarios. Pero tal y como pasa en muchos países del mundo, los conductores no siempre hacen caso y se siguen produciendo accidentes bastantes graves.
De todas formas, si se va con cuidado, no tiene que pasar nada. Hay que disfrutar del camino, que es lo que importa del viaje, y el espinazo del diablo es perfecto para ello. Eso sí, a pesar de las leyendas será difícil que veáis a Lucifer por mucho que vayáis solos en una noche escura. Disfrutad de las curvas y mantener la concentración, sobre todo en invierno. El espinazo del diablo lo merece.
Imágenes: Roberto González, Mr. Pancho, Wikimedia, Scott & Emily www.wegoslow.com