La provincia de Zaragoza guarda auténticos tesoros, a veces injustamente desconocidos. Si estás pensando en visitar la capital aragonesa, reserva algo de tiempo para recorrer alguno de estos lugares, no están demasiado lejos y te encantarán.
1. El Monasterio de Piedra
El Parque Natural del Monasterio de Piedra es, tal vez, el espacio más conocido. No puede extrañar, la vegetación, el agua y la roca se dan la mano en este rincón para crear verdadera magia.
El agua cae con fuerza en cascadas de mil formas y alturas diferentes, la más impresionante, la Cola de Caballo, con sus 90 metros de altura. La cascada de los Fresnos, la cascada Iris, el lago de los Espejos…el agua acompaña todo el recorrido por el parque. Pero hay más…grutas, piscifactorías, las ruinas del antiguo monasterio…Un lugar maravilloso al que, eso sí, deberás ir con buen calzado, porque a veces el suelo puede estar resbaladizo.
2. El Moncayo
El Parque Natural del Moncayo es una zona protegida donde disfrutarás de impresionantes paisajes…y mucho más. Aquí encontrarás uno de los hayedos más meridionales de Europa, restos de antiguos glaciares, picos que superan los 2.000 metros de altura y una gran riqueza vegetal y faunística.
Dentro del parque puedes realizar distintos recorridos, a pie o en bicicleta. Algunos de ellos son realmente sencillos para los que no estén en su mejor forma física. Por cierto, el otoño es una magnífica época para visitarlo, la mezcla de colores de la vegetación es impresionante. Hay varios centros de interpretación (Añón, Agramonte y Calcena) para que puedas organizar mejor la visita a este maravilloso lugar.
3. El Galacho de Juslibol
Se trata de un antiguo meandro del río Ebro. El curso del río cambió tras unas intensas inundaciones a principios de los 60. Años después se comenzaron a extraer áridos de esa zona, hasta tal punto que se alcanzaron aguas subterráneas que acabaron inundando el lugar, creando una serie de pequeños lagos.
Con el tiempo estas lagunas se han ido rodeando de vegetación de ribera y hoy son hábitat de numerosas especies. Para conocer mejor la zona hay un centro de visitantes en el que podrás obtener toda la información que desees.
Y algo muy importante: este fantástico lugar está a un paso de la capital aragonesa. Puedes llegar a él en autobuses urbanos, dando un agradable paseo en bicicleta o en un simpático trenecito que hará las delicias de los más pequeños.
4. El Mar de Aragón
Aunque su origen no es natural, se trata de un impresionante embalse (construido en 1966 en el cauce del Ebro) que se ha convertido en hogar de una interesante fauna. Aquí reina el invasor e impresionante siluro, un pez de agua dulce que puede alcanzar los dos metros. Pero lo más increíble es que se estima que en este lugar viven nada menos que ¡50 millones de peces! No es extraño que se haya convertido en lugar favorito de los amantes de la pesca.
Por cierto, el hecho de que este embalse, que en realidad se llama Mequinenza, recibiera el apelativo de Mar de Aragón no es casualidad: tiene nada menos que 110 kilómetros de longitud y alcanza los 60 de profundidad. Está rodeado, además, kilómetros y kilómetros de playas.
Muy cerca de él puedes disfrutar de la Reserva Natural de las Saladas, un complejo lagunar declarado Reserva Natural Dirigida por su avifauna y su riqueza vegetal.
¿Sabías que Zaragoza contaba con espacios tan magníficos? No dudes en planear una escapada, disfrutarás. Y, por supuesto, debes conocer a fondo la capital aragonesa.
Imágenes: David Martín Castán, Héctor Izquierdo Bartolí, Antonio Lainez, Fernando Cruz Bello, Gerard Girbes Berges.