Dinant puede presumir de muchas cosas: una larga (aunque lamentablemente convulsa historia), una ubicación privilegiada y ser la ciudad natal del inventor del saxofón, Adolphe Sax. De hecho, la música es una de las grandes protagonistas en esta bella ciudad belga.
Dinant cuna del saxofón… y mucho más
La historia de Dinant está irremediablemente unida a la de la música, una relación que muestra orgullosa. El principal puente de la ciudad está adornado con 28 enormes y coloridos saxofones. En una de sus plazas podemos encontrar una figura en metal del célebre inventor de este instrumento y la casa en la que vivió y murió es hoy un fantástico museo. Un museo que hace un recorrido por la historia del saxofón, su contribución a la música y su papel en estilos tan inconfundibles como el jazz.
Un complemento perfecto lo encontrarás en la Maison de la Pataphonie, un espacio musical interactivo. ¿Qué tiene de particular? Que en su interior el visitante puede experimentar sonidos producidos por los objetos más variopintos, desde unas cucharillas a un clavo o unas tuberías.
Y llega el momento de irse con la música a otra parte… pero no muy lejos, porque vamos a recorrer esta hermosa ciudad, que se ha ganado el apelativo de «Hija del Mosa». Es así porque se encuentra encajonada entre este río y los macizos rocosos de las Árdenas.
Para contemplarla, nada mejor que subir a su ciudadela, una fortaleza que se levantó por primera vez en el siglo XI y que ha sido destruida y reconstruida a lo largo de la historia. Tienes dos opciones: si estás en buena forma puedes subir 408 escalones y, si no, tienes la alternativa del teleférico.
¿Qué encontrarás arriba? Además de unas vistas espectaculares, un museo de armas desde la Edad Media hasta el siglo XX, un «túnel del tiempo» que muestra los episodios más relevantes de la historia de la ciudad o habitaciones en las que se representan escenas cotidianas de la vida en la fortaleza hace cientos de años.
La otra gran joya de Dinant es la colegiata de Notre Dame, con un particular campanario en forma de bulbo. El edificio original era de estilo románico, pero una gran roca lo derrumbó y el que hoy contemplamos es gótico. El campanario es posterior, del siglo XVI.
Pero, si hay algo digno de destacar de este templo son sus fantásticas vidrieras, una de ellas, la que está en el crucero, es de las más grandes de Europa.
Y ahora vamos con un par de detalles curiosos. ¿Te suena el nombre de Leffe? Sí, la cerveza. Pues en Dinant se encuentra la abadía que le da nombre y donde ya en plena Edad Media se fabricaba esta famosísima bebida. Evidentemente, tienes que visitar la abadía por la cerveza, sí, pero también para contemplar un hermoso conjunto de edificios barrocos y para conocer la apasionante historia de este lugar.
Acabamos con la segunda curiosidad de Dinant, sus célebres galletas, llamadas «couque de Dinant». Deliciosas, pero ¡cuidado! Hay quien dice que son las más duras de Europa.
¿Qué te ha parecido Dinant? Fantástica ciudad, ¿no crees? Compártelo y sigue conociendo con nosotros tesoros de un país bellísimo como es Bélgica.
Imágenes: Ramón, ines s., Oriol Salvador, Jiuguang Wang, Andrés Nieto Porras.