En la parte occidental de Islandia, la navegación se hace dificultosa: bancos de niebla, tormentas, escollos yicebergs en invierno transforman esta zona del litoral en una auténtica amenaza, un lugar traicionero y peligroso que intimidaría a los navegantes más curtidos. Gracias a que los marineros cuentan con el Faro de Akranes, los turistas pueden disfrutar de una grandes vistas en este lugar mágico de Islandia. ¿Quieres descubrir este importante y bello faro? ¡No te lo pierdas!
Impresionantes vistas desde este faro
Hace poco tiempo fue cuando el faro fue abierto al público, pero ya se ha convertido en un lugar turístico por excelencia, ya que en la actualidad se puede subir hasta arriba del todo y admirar las vistas desde allí.
En un día soleado se puede vislumbrar toda la costa que lleva hasta la bahía de Reykiavik, pero eso no es todo lo que ofrece el faro. En las dos primeras plantas de la edificación hay una exposición de arte donde se encuentran las preciosas fotografías del faro y de la gran costa islandesa. Y si esperas un tiempo, puede que disfrutes de algo extra: ahora mismo es solamente una idea, pero próximamente se realizarán conciertos en la parte espigón del faro. Y si quieres disfrutar de más magia aún, no puedes perderte la visita a las inmediaciones de los Akranes cuando la Aurora Boreal se adentra en los cielos de Islandia.
Al faro de Akranes se puede acceder desde las 10:00 a las 12:00 horas todos los días de la semana. En la entrada se atiende al turista gracias a un fotógrafo que trabaja como voluntario. ¡Eso es amor al arte!
Cómo llegar
Para llegar al faro de Akranes tendrás que tomar la carretera 1 desde Reykiavik hacia el norte, después de conducir 25 kilómetros a través del fiordo de Hvall por el puente de la península donde se encuentra el faro. Desde ahí, solamente deberás seguir las indicaciones para alcanzar este lugar en menos de 10 minutos.
¿Y tú? ¿Has visitado en alguna ocasión el Faro de Akranes? Si te ha parecido interesante, también puedes leer «5 joyas de la increíble Islandia».
Imágenes: Bertrand DUPERRIN, Atli Harðarson