Llevaba ya un tiempo queriendo visitar el Algarve y cuando me enteré de que este verano Air Nostrum tiene vuelo directo a Faro desde Madrid (también hay vuelo directo desde Barcelona con Vueling) lo vi claro; un paraíso de playas como el Algarve a apenas a una hora de avión de Madrid convierte el sur de Portugal en un destino perfecto para una escapada de verano.

Las opciones en el Algarve son prácticamente ilimitadas y se adaptan a todas las necesidades y bolsillos, desde viajes con colegas hasta viajes en pareja o con toda la familia. Está claro que el principal atractivo de la zona son sus playas, desde playas más recreativas en las que hacer múltiples actividades como kitesurf, parasailing, paseos en barco, kayak, etc. Hasta playas más salvajes en las que la naturaleza ha creado rincones maravillosos de aguas cristalinas; y siempre con un denominador común: la limpieza y el respeto por el medio ambiente que los algarvíos ponen en el cuidado de sus playas y que ha hecho que de las más de cien playas que tienen, casi noventa de ellas hayan conseguido la bandera azul.

acantilados-algarve

 

Pero el Algarve no son sólo playas, tiene un patrimonio cultural restaurado y cuidado, una gastronomía extraordinaria que no tiene nada que envidiar a la española, rutas en barco y actividades acuáticas de todos los colores, una oferta de campos de golf muy extensa, parques acuáticos, rutas de senderismo y mucho más. Lo más difícil a la hora de planificar una escapada al Algarve es sin duda elegir entre las múltiples opciones, pero si algo me ha quedado claro después de este viaje es que elijas lo que elijas, lo más probable es que aciertes. Había leído en algún sitio que el Algarve había sido elegido como el mejor destino de playa de Europa, y la verdad que después de mi experiencia no puedo estar más de acuerdo.

Dicho esto y dejando claro que hay muchas más opciones, paso a contaros mi experiencia. Este viaje lo he hecho con un grupo de amigos, así que como no nos poníamos muy de acuerdo entre los que querían playa y los que querían un viaje más cultural y de otras actividades, acabamos haciendo un mix con el que todo el mundo se ha quedado muy satisfecho.

Primer día

Llegamos a Faro sobre las 12:00 hora portuguesa. Lo primero que hicimos fue alquilar un coche en el aeropuerto para movernos con comodidad por la zona. Como queríamos aprovechar la tarde de playa decidimos hacer la primera parada incluso antes de ir al hotel a dejar las cosas. Nos acercamos al puerto de Faro, dejamos las maletas en el coche y cogimos simplemente una mochila con el bañador, la crema para el sol y la toalla. En el puerto cogimos un barco que nos llevó haciendo un tour de una media hora por la ría Formosa hasta la isla Barreta, también conocida como Ilha Deserta (ya os podéis imaginar por qué).

Sólo el viaje por la ría ya merece la pena, pero el premio final que nos encontramos en la isla fue increíble, una playa de 11 km de arena blanca y agua cristalina (nada que envidiar a cualquier playa del Caribe). Lo único que hay en la isla aparte de la playa es un restaurante, el Estaminé, elegido uno de los diez mejores restaurantes de playa de Portugal, y como ya era tarde y teníamos hambre nos decidimos a comer allí. Después de probar el rodaballo a la brasa que os prepararon os puedo decir que fue todo un acierto.

ilha deserta

Después de comer nos fuimos a pasar la tarde a la playa de la isla hasta que llegó la hora de tomar el barco para volver «a tierra». De vuelta en Faro cogimos el coche para ir al hotel, que lo habíamos reservado en Estoi, un pueblecito a sólo 10 km de Faro. Bueno, el hotel era en realidad una pousada (el equivalente portugués de lo que es España es un parador nacional). No es la opción más barata para alojarse en Faro, pero teníamos ganas de probar los paradores nacionales portugueses y la verdad es que cuando llegamos allí comprobamos que mereció realmente la pena pagar un poco más.

El hotel es un antiguo palacio del vizconde del Algarve que han reformado para convertirlo en el parador nacional que es hoy en día, los salones del restaurante y al cafetería están conservados como los del antiguo palacio, las vistas desde la terraza y desde la piscina son espectaculares, la habitaciones enormes, el personal encantador…, en fin, que realmente mereció la pena.

Hotel-algarve

Segundo día

Por la mañana nos acercamos al mercado de Olhao. Olhao es un pueblo pequeñito de pescadores a 10 km de Faro (20 km desde Estoi). Como todos los mercados portugueses, está separado en dos, el mercado de frutas y verduras y el mercado de pescado. Nos dimos una vuelta primero por el mercado, un edificio del siglo XIX construido sobre el agua y ampliado más tarde en dos ocasiones. Después nos dimos una vuelta por las callejuelas de Olhao y volvimos al coche para ir a comer a Faro. Una vez allí dejamos el coche en el puerto y nos fuimos a comer al restaurante Tertulia Algarvia, donde degustamos uno de los platos más típicos de Algarve, la cataplana de pescado, que estaba buenísima.

Después de comer nos fuimos a visitar el casco viejo de la ciudad, donde la catedral gótica y la iglesia del Carmen con su capilla de los huesos son visita obligada. Como casi todo el patrimonio del Algarve, me llamó la atención lo limpio y bien cuidado que lo tienen todo, el empedrado de las calles, los restos de la ciudad amurallada, las fachadas de los edificios antiguos… un paseo no muy largo pero muy agradable.

A media tarde nos volvimos al coche y nos dirigimos a matar el gusanillo del golf en Quinta do Lago, uno de los mejores campos de golf de Europa, pero en el que también tienen un hueco para los que, como nosotros, no han cogido un palo de golf en su vida. Una vez allí, hicimos una pequeña clase de 50 minutos en la que intentaron enseñarnos lo más básico y aunque fue un rato muy muy divertido, puedo deciros que eso de golpear la «pelotita» es mucho más difícil de lo que parece.

De vuelta al hotel nos dimos un bañito en la piscina antes de vestirnos para salir a cenar. Para la noche nos decidimos por salir en Loulé, que es uno de los tres sitios con más vida nocturna del Algarve (Portimão, Albufeira y Loulé) era el que nos pillaba más cerca (a sólo 15 minutos de coche). De camino a Loulé decidimos parar en Almancil para cenar en el restaurante Paixa que nos habían recomendado.

Restaurante-paixa

Tercer día

El domingo cogimos de nuevo el coche para acercarnos a la región de Lagoa, que presume de tener las mejores playas del Algarve y como eso es mucho decir queríamos verlo con nuestros propios ojos. Después de una hora escasa de coche llegamos a la playa de Carvoeiro. La playa es muy chula pero al ser una playa urbana suele estar bastante llena de gente; pero lo que hizo que mereciera realmente la pena ir hasta allí fue el paseo en barca por las grutas de Lagoa. Como la barca era pequeña el capitán entró con la barca hasta dentro de varias grutas y en una de ellas incluso nos permitió darnos un bañito. Además de las grutas el paseo nos permitió ver desde el mar tres de las playas más bonitas que he visto nunca, Benagil, Marinha y Albandeira.

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Después del paseo en barca cogimos otra vez el coche para llegar en apenas 10 minutos al acantilado de Algar Seco, donde recorrimos una pequeña parte del paseo de madera que se levanta sobre el acantilado desde la gruta Boneca hacia la playa de Carvoeiro disfrutando de unas increíbles vistas. Desde allí, seguimos en el coche hasta Ferragudo, un pequeño pueblo costero donde disfrutamos de la dorada más grande que haya visto nunca en el restaurante Sueste.

Después de comer nos dirigimos a visitar Zoomarine, una mezcla de zoo, parque temático y zona recreativa con un montón de actividades y espectáculos entre las que destaca la interacción con delfines, ya que Zoomarine es único sitio de Europa donde puedes meterte en al agua con los delfines y entrar en contacto directo con ellos.

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Después de disfrutar como niños en el parque nos fuimos ya de regreso al hotel para ducharnos y vestirnos (previo bañito en la piscina, como no) para salir a cenar. Como era el último día y la noche anterior habíamos gastado menos de lo previsto decidimos darnos el lujazo de ir a cenar a uno de los mejores restaurantes de Algarve, el  Sao Gabriel con una estrella michelín y situado también en el pueblo de Almancil, a menos de 20 minutos de nuestro hotel. Como no podía ser de otra forma, la experiencia fue inolvidable y el menú degustación que elegimos nos dejó a todos con la boca abierta.

Cuarto día

Despedida y cierre. Nuestro avión salía a las 12:45 hora portuguesa, así que ya no había tiempo para mucho más. Bañito de despedida en la piscina del hotel, desayuno en hotel y salida hacia el aeropuerto para devolver el coche y coger el avión.

Una hora más tarde estábamos en Madrid, exhaustos pero encantados con el Algarve y con muchas ganas de volver. El año que viene volvemos seguro porque el Algarve es uno de esos sitios a los que puedes volver una y mil veces sin cansarte nunca de hacerlo.

Más info del algarve: http://www.visitalgarve.pt/