Es un edificio espectacular, magnífico. La catedral de Milán es una de las más grandes y bellas no solo de Italia, sino del mundo. Un templo singular en todos los aspectos que queremos enseñarte ¿Quieres conocer todos los secretos de Duomo de Milán? Entonces, acompáñanos.
La catedral de Milán, única desde cualquier punto de vista
Las dimensiones de la catedral de Milán son fabulosas. Con sus 157 metros de longitud y sus casi 12.000 metros cuadrados, en su interior se pueden congregar nada menos que 40.000 almas.
Un bellísimo templo gótico de una fisonomía tan singular como su historia. Y es que fueron necesarios más cuatro siglos de trabajo y superar un sinfín de problemas para poder verlo terminado.
La primera piedra de la catedral se puso en 1386. Pero a lo largo de los años las obras se vieron interrumpidas por falta de financiación unas veces y falta de soluciones constructivas, en otras. Y eso a pesar de que en este templo trabajaron destacados arquitectos. Incluso Leonardo da Vinci llegó a proponer algunas ideas, que fueron desestimadas.
Los siglos pasaban, las obras avanzaban poco a poco y, al final, fue el mismísimo Napoleón Bonaparte quien ordenó la finalización de los trabajos. Como curiosidad, en agradecimiento a su aportación se colocó una figura suya en uno de los pináculos de la catedral.
Una catedral que mezcla de forma magistral el estilo gótico y el renacentista y de cuyo exterior destaca su espectacular revestimiento de mármol blanco. También son magníficos sus pináculos y torres coronados por estatuas. Son más de 130 agujas las que tiene esta catedral y en la más elevada se encuentra la de la Madonnina, una figura de la Virgen hecha en cobre dorado. Todo ello sin olvidar su casi centenar de gárgolas.
¿Y el interior? Es tan magnífico como el exterior. Tiene cinco imponentes naves (más alta la central) y cuarenta pilares tallados que soportan unas increíbles bóvedas de crucería. Junto a todo ello, las vidrieras, que aportan una luz singularmente hermosa.
Y más allá de sus elementos arquitectónicos, el interior de la catedral de Milán guarda auténticos tesoros. Uno de ellos es la escultura del apóstol Bartolomé, sencillamente sobrecogedora. El santo aparece con la piel arrancada, colgando de sus hombros tras haber sido martirizado desollándolo vivo.
Pero si hay un objeto por el que se siente verdadera veneración, es por una reliquia, un clavo de la cruz de Cristo. Permanece celosamente custodiado tras el altar y solo se exhibe una vez al año, el 14 de septiembre.
Y acabamos con un consejo: no dejes de subir a la terraza de la catedral. El espectáculo que podrás contemplar es fabuloso. Ante tu vista se sucederán gárgolas y estatuas y disfrutarás de una panorámica de Milán inolvidable.
Esta catedral es una construcción maravillosa ¿No crees? Y si quieres seguir conociendo la ciudad, recorre con nosotros 3 lugares insólitos para visitar en Milán.
Imágenes: Xavier, zioWoody, Rafael Edwards.