De todas las ceremonias en las islas Fiji, la más curiosa es esta en la que se camina sobre el fuego. Los caminantes de fuego son musculosos y permanecen recluidos durante toda la noche en una cabaña. Entonces, a una señal, salen y caminan a través de la fosa de piedras al rojo vivo. Inmediatamente sus asistentes arrojan hojas húmedas en las rocas que sisean en nubes de vapor que se mezclan con los cantos que realzan el efecto misterioso.
La leyenda
Hace unos 500 años, cuando sólo había alrededor de 50 personas en el pueblo de Nakarovu en las tierras altas de la isla central de Beqa, un anciano de la aldea, Dredre (que significa amor), contaba historias a los jóvenes, pero sólo después de que primero le dieran un regalo. Un joven, Tunaiviqalita, prometió dar a Dredre una anguila fresca como regalo y Dredre accedió a contar una historias a cambio.
A la mañana siguiente Tunaiviqalita se dirijió a un pequeño arroyo cerca de la aldea en búsca de una anguila. Mientras intentaba pescar una se encontró con una gran roca en el arroyo. Metió su mano debajo de la roca con la esperanza de atrapar una anguila pero en vez de eso sintió algo suave y cálido, así que lo sacó. En su mano tenía un paño perfecto al que el agua no había conseguido dañar. La tela envolvía algo que se movía. Al desenrollar el pañuelo un hombre pequeño saltó gritando:
«¡No me mates, concédeme la vida, voy a hacerte el hombre más fuerte de la isla.»
Tunaiviqalita respondió:
«Yo ya soy el hombre más fuerte en la isla y te mataré».
Entonces el pequeño hombre dijo:
«No me mates y te haré muy rico».
A lo que el joven respondió:
«No sé qué es el dinero. No tengo ninguna necesidad de éste.»
Entonces el pequeño hombre dijo:
«Si no me matas te daré el don de caminar sobre el fuego y que incluso si te entierran durante cuatro noches, aún salgas vivo e ileso».
Tunaiviqalita respondió:
«No quiero todo eso, sólo quiero ser capaz de caminar sobre el fuego».
El pequeño hombre dijo:
«Entonces que así sea, mientras el sol continúe saliendo y ocultándose, tú y tus descendientes seréis capaces de caminar sobre el fuego.»
Pero Tunaiviqalita no le creyó y le dijo:
«Primero muéstrame.»
Así que construyeron un fuego debajo de unas piedras, que después de muchas horas se pusieron al rojo vivo. El pequeño hombre le dijo:
«Sígueme»
Entonces él bailó y bailó sobre las piedras calientes sin efectos dañinos. Tunaiviqalita lo siguió sobre las piedras calientes y cantó de alegría al darse cuenta del regalo que le había sido otorgado.
Los descendientes
Tunaiviqalita dio ese don de caminar sobre el fuego a través de su línea de sangre en la Tribu Sawau en Bega Island. Sus descendientes son hoy en día, según lo prometido por el hombre pequeño, todavía capaces de caminar sobre piedras calientes y sin ningún efecto negativo.
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Imagen: Stephanie Hicks vía Flickr