La cascada de Gljúfrabúi, que puede traducirse también como “Ravine Resident”, también llamada Canyon Dweller, es una de las gemas escondidas de Islandia y una de la más sorprendentes de las cascadas del sur. Se encuentra ubicada específicamente en la región de Hamragardar. ¿Vienes a conocerla?
Gljúfrabúi, un tesoro escondido de Islandia
Su vecina, la cascada de Seljalandsfoss, de mayor tamaño y visibilidad, invita a las personas a caminar a su alrededor. Pero Gljúfrabúi, a tan sólo 10 minutos a pie, se esconde en una cámara rocosa detrás de un gran acantilado, llamado «Franskanef» o la nariz francesa. Debido a que se encuentra escondida en este enorme precipicio, la vista que le ofrece a sus visitantes es maravillosa… si saben encontrarla.
Cuando llegues a la cascada por primera vez, seguramente solo verás un montón de rocas, pero no debes dejar que esto te confunda. Con 40 metros de altura, esta cascada sólo puede ser vista en su totalidad vadeando aguas arriba a través de una estrecha apertura en el acantilado de Franskanef. La niebla de Gljúfrabúi brinda a todo un aire místico e incluso las escaleras hacia la entrada del cañón parecen salidas de un cuento de hadas.
El sendero para llegar a la cascada es de aproximadamente 600 metros de largo. Una vez dentro hay que andar con cuidado, ya que existe riesgo de caída de rocas. Sin embargo, todo el esfuerzo vale la pena pues la vista es realmente fascinante.
También es posible observar la cascada desde la parte superior del acantilado. La subida necesita un poco de agilidad ya que el camino es empinado, y cuenta incluso con cadena de apoyo en los lugares de riesgo. Es por todo esto que esta subida no es apta para cualquiera, por lo que si no realizas actividad física de este tipo regularmente, es mejor no intentarlo. Ambas rutas para ver la cascada son algo arriesgadas, aptas sólo para aventureros, por lo que se le recomienda a los visitantes andar con precaución.
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Imágenes: Alyson Hurt, Modes Rodríguez, Olya Sanakoev.