Es imposible quedarse indiferente ante la salvaje y extraña belleza de Lanzarote. Una isla volcánica, árida, silenciosa, pero de paisajes y rincones espectaculares. Lugares únicos en tierra y bajo ella. ¿Te apetece descubrir con nosotros esta maravillosa isla canaria? Entonces, ¡acompáñanos!

Lanzarote, una isla de la que enamorarse

Timanfaya en Lanzarote

Hablar de Lanzarote es hablar de Timanfaya. Una enorme extensión donde dominan los grises y los ocres, tierras en las que despuntan conos volcánicos y que parecen yermas, aunque la vida en ellas es más rica de lo que a simple vista parece.

El Parque Nacional que hoy contemplamos es fruto de las erupciones que se produjeron en la isla entre 1730 y 1736 y en 1834. Especialmente destructiva fue la primera, que arrasó 9 pueblos de la isla. Pero el paisaje que surgió de aquellos desastres naturales es, sencillamente, asombroso.

Cueva de los Verdes en Lanzarote

Y un volcán, el de la Corona, es el origen de uno de los tesoros subterráneos de Lanzarote, la Cueva de los Verdes. Un tubo volcánico de seis kilómetros de longitud conocidos. Recorrer la parte abierta al público es disfrutar de un sorprendente viaje a las entrañas de la tierra, mágico y sobrecogedor a la vez.

En la sección del túnel más cercana a la costa se puede disfrutar de otro rincón sorprendente en el que la naturaleza y la mano del hombre se unieron para crear un espacio lleno de magia: los Jameos del Agua. Uno de los lugares de la isla en los César Manrique, genial artista lanzaroteño, dejó su imborrable huella.

La Geria en Lanzarote

Subimos de nuevo a la superficie, esta vez para contemplar cómo el hombre ha sido capaz de adaptarse a las difíciles condiciones de una isla tan bella como a veces inhóspita. El paisaje de La Geria así lo demuestra.

Entre arenas volcánicas y protegidas por una especie de cortavientos de piedra crecen miles de vides. El verde se eleva sobre el gris de la tierra, una tierra que da uno de los productos más reconocidos de la isla: sus vinos.

Salinas Lanzarote

No solo de la tierra han sabido los lanzaroteños extraer frutos. También lo han hecho del mar, y en el lugar al que nos vamos el paisaje no es gris, es blanco y a veces rosa. El blanco de la sal y el rosa que en algunas de las piscinas provocan unos pequeños crustáceos. Son las salinas de Janubio, un lugar mágico.

Y la magia se extiende a dos rincones que están muy cerca. Por un lado, los Hervideros, un espectacular paisaje costero de cuevas en las lenguas de lava que murieron en el mar y en el que las olas chocan con una fuerza asombrosa. Por otro, el Charco de los Ciclos, cuyo intenso color verde contrasta con el negro de la playa en el que se encuentra.

Playa de Famara en Lanzarote

No han acabado los tesoros de Lanzarote. Sin salir del sur de la isla nos topamos con la preciosa Punta del Papagayo, que esconde unas increíbles calas de arena dorada.

Del mismo color es la interminable playa de Famara, una playa de aguas salvajes, perfecta para practicar surf y con unos espectaculares guardianes, los riscos que llevan el mismo nombre que la playa.

La Graciosa en Lanzarote

Terminamos nuestro recorrido por Lanzarote admirando la bella estampa de la isla de La Graciosa. Primero desde Famara, después desde lo alto, desde el Mirador del Río, obra también de César Manrique.

Son estos algunos de los tesoros que harán que te enamores perdidamente de Lanzarote ¡Pero la isla tiene muchos más! ¿A qué esperas para descubrirlos?

Imágenes: kuhnmiJulen Ruiz LuzuriagaJLJ, Coralie MercierGabriela AvramMark GregoryVíctor Fernández Salinas.