No es de los glaciares más impresionantes, de hecho, realmente “solo” es una pequeña parte de un glaciar. Sin embargo, la imagen de Briksdal es de esas que no se olvidan fácilmente porque casi se puede sentir cómo el hielo se desliza ladera abajo. Y si además se contempla en un día soleado, el reflejo de su color azul es espectacular.
El glaciar de Briksdal, una hermosa lengua de hielo
El de Briksdal, es un brazo del glaciar de Jostedal, el más grande de Europa continental. Y es una de las visitas casi obligadas en Noruega por muchas razones, pero te daremos solo dos. En primer lugar, porque se encuentra entre dos de sus más famosos fiordos, el de los Sueños y el de Geiranger. Y, en segundo lugar, porque el paseo hasta llegar a los pies de la lengua de hielo es increíble.
El glaciar de Briksdal apenas tiene 6 kilómetros de longitud, pero desciende desde los 1900 metros hasta los 350. Una pronunciada caída que se aprecia perfectamente en su último tramo, el que desemboca en el lago glaciar y que protagoniza la inmensa mayoría de las fotografías que de este sitio se pueden contemplar.
Pero ya decíamos que si la lengua helada ofrece una imagen maravillosa, el sendero que hay que hacer caminando para llegar a ella no lo es menos. Un sendero de algo más de dos kilómetros que se recorren despacio, no por la dificultad del terreno, sino porque merece la pena ir parando para contemplar la belleza del entorno.
Un recorrido que va buscando el origen de un río de aguas, a veces muy bravas, que proceden del lago glaciar. Y a mitad de camino, una espectacular cascada, cuyo origen es un profundo desnivel en el terreno causado por la erosión glaciar en esa zona antes de que los hielos retrocedieran hasta el punto en el que se encuentran hoy.
Superada la impresión, hay que continuar el camino. Un poco más adelante ya se puede vislumbrar la superficie del glaciar por encima de los árboles. De ahí al lago y a la lengua de hielo. Y el intenso color azul del glaciar puede ser una enorme tentación, pero conviene no acercarse y respetar los límites marcados. No hay que olvidar que está en continuo movimiento y que puede haber derrumbes. De hecho, en ocasiones se puede escuchar el sonido de fracturas en el hielo. Así que la foto, por pura precaución, mejor en la distancia.
Ya lo has visto, el glaciar de Briksdal es un lugar muy especial. Merece la pena desviarse un poco del camino para admirarlo ¿No crees? Compártelo y sigue descubriendo con nosotros otros tesoros de Noruega como Hammerfest, Trolltunga o la preciosa Bergen.
Imágenes: Reflection Photographers, Ximonic, albertizeme